h! dijo Sancho, cogido le tengo: esto es lo que yo deseaba saber con el alma y con la vida. Venga acá, señor: ¿podría negar lo que comúnmente suele decirse por ahí, cuando una persona está de mala voluntad: «No sé qué tiene fulano, que ni come, ni bebe, ni duerme, ni responde á propósito á lo que le preguntan, que no parece sino que está encantado»? De donde se viene á sacar que los que no comen, ni beben, ni duermen, ni hacen las obras naturales que yo digo, estos tales están encantados; pero no aquellos que tienen la gana que vuestra merced tiene, y que bebe cuando se lo dan, y come cuando lo tiene, y responde á todo aquello que le preguntan.
—Verdad dices, Sancho, respondió don Quijote; pero ya te he dicho que hay muchas maneras de encantamentos, y podría ser que con el tiempo se hubiesen mudado de unos en otros, y que agora se