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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

la naturaleza, parece que allí la vence. Acullá, de improviso, se le descubre un fuerte castillo ó vistoso alcázar, cuyas murallas son de macizo oro, las almenas de diamantes, las puertas de jacintos; finalmente, él es de tan admirable compostura, que, con ser la materia de que está formado no menos que de diamantes, de carbuncos, de rubíes, de perlas, de oro y de esmeraldas, es de más estimación su hechura; y ¿hay más que ver, después de haber visto esto, que ver salir por la puerta del castillo un buen número de doncellas, cuyos galanos y vistosos trajes, si yo me pusiese ahora á decirlos, como las historias nos los cuentan, sería nunca acabar; y tomar luego, la que parecía principal de todas, por la mano al atrevido caballero que se arrojó en el ferviente lago, y llevarle, sin hablarle palabra, dentro del rico alcázar ó castillo, y hacerle desnudar como su madre le parió, y bañarle con templadas aguas, y luego untarle todo con olorosos ungüentos, y vestirle una camisa de cendal delgadísimo, toda olorosa y perfumada, y acudir otra doncella y echarle un mantón sobre los hombros, que, por lo menos, dicen que suele valer una ciudad, y aun más? ¿Qué es ver, pues, cuando nos cuentan que tras todo esto le llevan a otra sala, donde halla puestas las mesas con tanto concierto, que queda suspenso y admirado? ¿Qué el verle echar agua á manos, toda de ámbar y de olorosas flores destilada? ¿Qué el hacerle sentar sobre una silla de marfil? ¿Qué verle servir de todas las doncellas, guardando un maravilloso silencio? ¿Qué el traerle tanta diferencia de manjares, tan sabrosamente guisados, que no sabe el apetito á cuál deba de alargar la mano, á cuál no? ¿Qué oir la música que, en tanto que come, suena, sin saberse quién la canta ni adónde suena? Y después de la comida acabada y las mesas alzadas, ¡quedarse el caballero recostado sobre la silla (quizá mondándose los dientes, como es costumbre), y entrar á deshora por la puerta de la sala otra mucho más hermosa doncella que ninguna de las primeras, y sentarse al lado del caballero, y comenzar á darle cuenta de qué castillo es aquel, y de cómo ella está encantada en él, con otras cosas que suspenden al caballero y admiran á los leyentes