Los eruditos japoneses se ven obligados á confesar
su ignorancia acerca de los orígenes de su nación.
Respecto de este punto, la Historia tiene que ceder la
palabra á la leyenda. Muchas son las hipótesis que
pretenden arrojar alguna luz sobre los obscuros
comienzos de la nación nipona, pero no nos detendremos
en examinar sino una: la más curiosa.
Hacia el siglo VII antes de Jesucristo, reinaba en China el terrible Si-Kouo, verdadero Nerón del Celeste Imperio, cuyos crueles y costosos caprichos arruinaban á sus subditos, quienes vivían en perpetua zozobra.
Un día mandó hacer una oquedad tan grande como un lago y, llenándola de vino en vez de agua, se paseó por ella en una barca con toda su corte.
En otra ocasión edificó un palacio de grandes dimensiones mandando que todas las piezas fueran de oro y plata. La historia de la China, que refiere estos