EN EL PALACIO DEL SURTIDOR DE AGUA
En los primeros días de enero se celebraba en Tokio una de las tres grandes fiestas del Japón: "La fiesta de la poesía" que es acaso la más especial, la que más se parece á las costumbres antiguas, á las diversiones tradicionales de la corte del Mikado.
En esta época, se envía al palacio, desde todos los puntos del imperio, poemas compuestos acerca de un asunto determinado. El Gran Maestre de la Poesía —¡oh dichoso país donde existe, oficialmente tal función!— elige entre todos los poemas y, el día de la fiesta, presenta al Emperador los que ha escogido.
El día 10 de enero, hay reunión extraordinaria en el Gocho (Palacio imperial). Hacia la mitad de la ciudad turbulenta y tumultuosa, más allá de una interminable muralla gris y baja, se extiende otra ciudad, un sitio encantador donde están diseminados los espaciosos pabellones que constituyen la residencia del Emperador y de su corte. Por fuera, no se ve sino muros sombríos, algunas torres angulosas, puertas celosamente guardadas por soldados modernos con fusil y bayoneta calada, y