Uno de los paseos favoritos de los habitantes de Tokio es el que conduce, bordeando la Colina de la Primavera, á la gloriosa sepultura de los cuarenta y siete Ronines.
En 1701, cuando reinaba el shogoun Ietsuna, se preparaba unas fiestas en honor de un enviado de Kioto. El subgobernador del Kozuke, Kira Yoshi-hide, recibe el titulo de Maestro de Ceremonias, con encargo de organizar las recepciones. Para ayudarle tiene un adjunto, Asano, señor de Ako. Pero ¡ay! no reina el acuerdo entre estos nobles dignatarios. Asano, provocado por su jefe, quien le injuria sin causa justificada, saca su sable y hiere al insultador, y por este motivo incurre en una sanción grave, porque está prohibido, bajo pena de muerte, sacar el sable en palacio. El daimio es condenado á hacer "Hara-Kiri," es decir á suicidarse abriéndose el vientre con sus dos sables. Además se le confiscan los bienes y todos los samurai de su tribu, pierden su autoridad, y se convierten en ronines, quedando fuera de la ley.
Antes, la única preocupación de estos valientes, que no conocen el miedo, era la de vengar á su superior. En