Página:El Lazarillo de Tormes (1921).pdf/47

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
49
 

—Por mi vida, que parece éste buen pan.

—¡Y cómo! ¿Ahora—dije yo—, señor, es bueno?

—Sí, a fe—dijo él—. ¿Adónde lo hubiste? ¿Si es amasado de manos limplas?

—No sé yo eso—le dije—; mas a mí no me pone asco el sabor dello.

—Así plega a Dios—dijo el pobre de mi amo.

Y llevándolo a la boca, comenzó a dar en él tan fieros bocados como yo en lo otro.

—Sabrosísimo pan está—dijo—, por Dios.

Y como le sentí de qué pie cojeaba, dime priesa. Porque le vi en disposición, si acababa antes que yo, se comediría a ayudarme a lo que me quedase. Y con esto acabamos casi a una. Y mi amo comenzó a sacudir con las manos unas pocas de migajas, y bien menudas, que en los pechos se le habían quedado. Y entró en una camareta que allí estaba y sacó un jarro desbocado y no muy nuevo, y de que hubo bebido convidóme con él. Yo, por hacer del continente, dije:

—Señor, no bebo vino.

—Agua es—me respondió—. Bien puedes beber.

Entonces tomé el jarro y bebi. No mucho, porque de sed no era mi congoja.

Así estuvimos hasta la noche, hablando en cosas que me preguntaba, a las cuales yo le respondi lo mejor que supe. En este tiempo metióme en la cámara donde estaba el jarro de que bebimos y dijome:

—Mozo: párate alli y verás cómo hacemos esta cama, para que la sepas hacer de aquí adelante.

Púseme de un cabo y él del otro e hicimos la ne-

El Lazarillo
4