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CAPÍTULO XXX.
de semejante enemigo, organizaríamos una batida contra esa horda de ladrones en la que todos podrian lucirse.
En seguida nos llamaron á cenar. Como era de esperar, no faltó en la mesa la raíz de ginsen que á todos pareció exquisita; pero como por su naturaleza aromática la consideraba más como remedio que como alimento, prohibí el uso frecuente de ese manjar que pudiera ser nocivo, si bien no me opuse á que mi esposa criase algunas matas entre las plantas de lujo.
La impresion de tristeza que causó la funesta hazaña de los monos se fué disipando, y nos separámos alegres y contentos despues de las oraciones de costumbre, pensando en lo que se habia de hacer al siguiente dia.