en el invierno con su verde manto tachonado con los discos cerúleos de sus flores y las esferas doradas de sus frutos.
Su nombre cientifico pasiflora, que significa flor de la Pasión, preconiza la singularidad de presentar en los órganos floréales un recuerdo tan marcado de los principales instrumentos de la pasión del Redentor, que no sólo ha impresionado la imaginación del pueblo, tan propenso a encontrar lo maravilloso, sino el espíritu ilustrado y pensador de muchos escritores.
Para representar en un vegetal unos objetos de formas entre sí tan discrepantes como extrañas a la conformación de los órganos de la fructificación, debía resultar un conjunto singular que formase una flor en nada parecida a las demás; y así es en efecto la flor de la Pasión.
En ella se ve la imagen de la corona de espinas que pusieron los judíos sobre la cabeza de Jesús, la columna donde fué azotado, los tres clavos con que traspasaron sus pies y manos, las cinco llagas, y las cuerdas con que lo ataron: penetrando con la fe en el corazón del fruto de la pasiflora, también hallaremos allí un recuerdo del cruento sacrificio en aquellos glóbulos que, en color, brillo, forma y tamaño, remedan gotas de sangre coaguladas.
¿Será que Aquel que para demostrar la verdad de su misión divina, mandaba a la naturaleza y la naturaleza le respondía con los más brillantes prodigios, haya querido dejar escrito en la misma naturaleza el recuerdo de su sacrificio? Y eligió para perpetuarlo, no el granito de las montañas, sino los órganos frágiles de una flor que perece el día que nace; pero que en infinitas y perpétuas ediciones