¡Cuán gustosamente participamos, al lado de su hogar, del mate aromático, inocente vínculo de la sociabilidad entre los pueblos del gran río! ¡Costumbres puras y sencillas de la patria! ¡cuánto imperio tenéis sobre un corazón que os idolatra!
Sí, en medio de estas cabañas solitarias, es donde reinan la seguridad, la calma y la armonía; bienes debidos, no al freno de las leyes, sino a la influencia de la religión, de la libertad y la naturaleza. Esta madre liberal e inagotable prodiga en estos ríos y estos campos, como en el siglo de oro, sus bellezas y sus bienes. Todo parece aquí preparado para las satisfacciones y el bienestar del hombre, sin el trabajo abrumante que por todas partes lo persigue. Todo le induce al fácil cultivo de tan fecundo suelo; todo le inspira el amor a la paz y la confraternidad.
¡Libertad anhelada! ¡dulce reposo! ¡deliciosa correspondencia de las almas ingenuas! ¡placeres puros, bálsamo del corazón! ¡al fin os he encontrado! ¿En dónde construiré mi humilde choza? Fluctúo sin resolverme entre tanto sitio encantador, como el picaflor que gira sin decidirse a elegir el ramito de que ha de colgar su pequeño nido.