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246 — El Tempe Argentino.

beneficio del terreno es su desmenuzamiento que hace segregar nuevos elementos minerales, poniéndolos en disposición de ser absorbidos por las plantas, y lo hace penetrable a los principios alimenticios contenidos en la atmósfera, al mismo tiempo que deja libre el paso a las raices y a las lluvias. ¿Qué necesidad hay pues de pasar el hierro por las tierras del delta que están divididas y desmenuzadas hasta lo infinito, que no contienen nada segregable porque se componen de particulas impalpables, y que no pueden ser más permeables a las insuficiencias atmosféricas, ni más accesibles para las raíces y las aguas?

Increible parece cuánto ciegan al entendimiento el empirismo y la rutina. Está el labrador sobre el suelo de las islas con su azada en las manos para ejecutar la tradicional labranza; siente que el terreno se hunde bajo sus pies; prueba calarlo con el mango de su herramienta; y sin esfuerzo se le entierra hasta el ojo; aplica la mano en la tierra y la levanta a puñados que se lleva el viento; ve toda clase de plantas y árboles, de las frutas más delicadas, que prosperan sin cultivo; y con todo, agacha el lomo a la labor pensando fertilizar el suelo con su sudor. No lo juzgo tan idiota que crea esto; pero obra como si lo creyera, en fuerza de la rutina. Gasta sus fuerzas y su tiempo sin provecho, echando a perder un don perfecto del cielo.

El suelo inmejorable del delta, no solamente no necesita labor alguna, sino que al contrario, en lugar de mullirlo, es preciso consolidarlo para que las mareas no lo laven, las lluvias no lo arrebaten, los vientos no lo levanten, y el calor no lo reseque. Su excesiva fertilidad es debida principalmente