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Página:El Tempe Argentino.djvu/285

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Apéndice. — 283

No hay allí bosques frondosos,
Pero alguna vez asoma
En la cumbre de una loma
Que se alcanza a divisar,
El ombú solemne, aislado,
De gallarda, airosa planta,
Que a las nubes se levanta
Como el faro de aquel mar.

¡El ombú! Ninguno sabe
En qué tiempo ni qué mano
En el centro de aquel llano
Su semilla derramó:
Mas su tronco tan nudoso.
Su corteza tan roída,
Bien demuestran que su vida
Cien inviernos resistió.

Al mirar cómo derrama
Su raíz sobre la tierra,
Y sus dientes allí entierra
Y se afirma con afán,
Parece que alguien le dijo
Cuando se alzaba altanero:
Ten cuidado del pampero,
Que es tremendo su huracán.

Puesto en medio del desierto,
El ombú como un amigo,
Presta a todos el abrigo
De sus ramas con amor;
Hace techo de sus hojas
Que no filtra el aguacero,
Y a su sombra el sol de enero
Templa el rayo abrasador.