Capítulo XIII
De los abundantes recursos con que nos brindan las islas del Paraná, para el sustento del hombre, prefieren los isleños dos cuadrúpedos seme-anfibios, de carne sabrosa y sana: el carpincho o capibara, y el quiyá, impropiamente llamado nutria; ambos pertenecen al orden de los roedores. No es pues el carpincho un chancho como muchos se han creído: lo único en que se le asemeja es en la abundancia de su tocino y en el sabor de su carne, en lo grueso de su cuerpo y en lo cerdoso de su pelo que es pardo y tiene debajo otro más corto y fino. Nunca llega a ser tan grande como el cerdo, pues el mayor carpincho no tiene más de cinco palmos de largo: su cabeza es muy corta, parecida a la del conejo, con el hocico mucho más romo, las orejas muy pequeñas, redondas y sin pelo; la boca chica con dos dientes incisivos en cada mandíbula; largos y corvos; carece de colmillos y de cola; las piernas son cortas, y más las de adelante que tienen cuatro dedos provistos de uñas anchas y obtusas; las de atrás