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Página:El Tratado de la Pintura.djvu/223

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De Leonardo de Vinci — 135

la figura; y las intersecciones señalarán todas las dimensiones de ella, cuya forma se irá siguiendo, porque la figura misma se disminuye conforme se atrasa. La figura que ha de estar en una bóveda es preciso que vaya disminuida como si estuviera derecha; y esta diminución se ha de hacer en un terreno plano, en donde debe estar dibujada exactamente la figura de la bóveda con sus verdaderas dimensiones, y luego se va disminuyendo (29). Lámina XVI.


§ CCCII.

Advertencia acerca de las luces y las sombras.

En los confines de las sombras debe ir siempre mezclada la luz con la sombra, y tanto mas se va aclarando esta, cuanto mas se va apartando del cuerpo umbroso. Ningun color se debe poner simplemente como es en sí, según la proposición 9.ª que dice: la superficie de todo cuerpo participa del color de su objeto, aun cuando sea superficie de cuerpo trasparente, como agua, aire, y otros semejantes; porque el aire toma la luz del sol, y se queda en tinieblas con su ausencia. Igualmente se tiñe de tantos colores, cuantos son aquellos en que se interpone entre ellos y la vista, porque el aire en sí no tiene color, ni tampoco el agua; pero la humedad que se mezcla con él en la región inferior le engruesa de modo, que hiriendo en él los rayos solares, lo iluminan, quedando siempre oscurecido el aire superior. Y como la claridad y oscuridad forman el color azul, este es el color que tiene el aire, tanto mas ó menos claro, cuanto es mayor ó menor la humedad que percibe.