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De Leonardo de Vinci — 151

El contorno de todo cuerpo opaco debe estar menos decidido á proporción de lo distante que esté de la vista.

La parte del cuerpo opaco que esté mas próxima á la luz que la ilumina, estará mas clara; y la que se halle mas cercana á la sombra que la oscurece, mas oscura.

Toda superficie de cuerpo opaco participa del color de su objeto con mas ó menos impresión, según lo remoto ó cercano que se halle dicho objeto, ó según la mayor ó menor fuerza de su color. Los objetos vistos entre la luz y la sombra parecerán de mucho mas relieve que en la luz ó en la sombra.

Si las cosas lejanas se pintan muy concluidas y decididas, parecerá que están cerca, por lo que procurará el Pintor que los objetos se distingan á proporción de la distancia que representan. Y si el objeto que copia tiene el contorno confuso y dudoso, lo mismo lo debe imitar en la Pintura.

En todo objeto distante parece su contorno confuso y mal señalado por dos razones: la una es porque llega á la vista por un ángulo tan pequeño, y se disminuye tanto, que viene á sucederle lo que á los objetos pequeñísimos, que aunque estén arrimados á la vista, no es posible el distinguir su figura, como por ejemplo las uñas de los dedos, las hormigas, ó cosa semejante. La otra es que se interpone entre la vista y el objeto tanto aire, que por sí se vuelve grueso y espeso, y con su blancura aclara las sombras, y de oscuras las vuelve de un color que tiene el medio entre el negro y el blanco, que es el azul.

Aunque la larga distancia hace perder la evidencia de la figura de muchos objetos; con todo, aquellos que esten iluminados por el sol parecerán con mucha claridad y distinción; pero los que no, quedarán rodeados de sombra y confusamente. Y como el aire, cuanto mas bajo es mas