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162 — Tratado de la Pintura

§ CCCXLVII.

Del principio de la lluvia.

La lluvia cae por entre el aire á quien oscurece, y por el lado del sol se ilumina y toma la sombra del opuesto, como se ve en la niebla; y la tierra se oscurece, porque la lluvia la quita el resplandor del sol. Los objetos que se ven á la otra parte de la lluvia no se pueden dislinguir sino confusamente; pero los que están próximos á la vista se perciben muy bien; y mucho mejor se distinguirá un objeto visto entre la lluvia umbrosa que entre la lluvia clara. La razón es, porque los objetos vistos entre lluvia umbrosa solo pierden las luces principales; pero los otros pierden las luces y las sombras: porque la masa de su claro se mezcla con la claridad del aire iluminado, y la del oscuro se aclara con ella también.


§ CCCXLVIII.

De la sombra que hace un puente en el agua.

Nunca se verá la sombra de un puente en el agua que pasa por debajo, á menos que por haberse esta enturbiado, no haya perdido la facultad de trasparentar. La razón es, porque el agua clara tiene la superficie lustrosa y unida, y representa la imagen del puente en todos los parages comprendidos entre ángulos iguales entre la vista y el puente: debajo de este trasparenta también al aire en el mismo sitio donde debia estar la sombra del puente; lo cual no lo puede hacer de ninguna manera el agua turbia, porque no trasparenta, antes bien recibe la sombra, como hace un camino lleno de polvo.