Página:El Tratado de la Pintura.djvu/28

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VI


Tambien se ejercitaba en otras varias habilidades, porque era en extremo aficionado á los caballos, que manejaba con primor; y siendo igual la agilidad y robustez de sus miembros á la gallardía de su presencia y á la gracia de sus acciones, consiguió superior destreza en la esgrima. Pero sobre todo gustaba de conversar con sus amigos, y tenia tal atractivo en su trato, y tanta felicidad y urbanidad para explicarse, que arrastraba tras sí el ánimo de quien le escuchaba.

Un número tan no visto de prendas, y un caudal tan grande de ciencia hizo resonar el nombre de Leonardo por toda Italia, y movió á Ludovico Sforcia, llamado el Moro, favorecedor de todos los hombres de talento con quienes mostró muy bien su liberalidad, á proponerle que fuese á Milán, señalándole quinientos escudos de renta al año. Lo primero que hizo aquel Príncipe fue crear una Academia de Arquitectura, en la que introdujo a Leonardo y quien aboliendo desde luego el modo de fabricar á la Gótica, establecido en aquella Ciudad cien años antes bajo la direccion de Michélino, abrió el camino para que volviese este arte á su primitiva y antigua pureza. Ocupóse por orden de dicho Príncipe en la conduccion de las aguas del Ada hasta Milan, formando aquel canal navegable, que vulgarmente llaman el navio de Mortesana, á quien se le agrega un rio tambien navegable por espacio de mas de doscientas millas hasta los valles de Chîavena y Valtelina. La empresa era tan dificil como importante, y digna del sublime ingenio de Leonardo, por la noble emulacion que causaba el gran canal que doscientos años antes se hizo en tiempo que era Re-