Página:El Tratado de la Pintura.djvu/30

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VIII

como que es hijo del Infierno, la tengo ya en el pensamiento, y no deja de suministrarme idea para ella el gesto de este Fraile, que tan groseramente nos ha importunado á ambos.

Ejecutó con mucha felicidad la expresión de la sospecha que concibieron los Apóstoles de querer saber quien era el que habia vendido á su Maestro, según escribe el Vasari; y dice Lomazo (que tenia esta pintura tan presente, como que habia hecho una copia de ella para S. Bernabé de Milán) que en cada rostro se advertia la admiración, el espanto, el dolor, la sospecha, el amor y otros varios afectos que agitaban sin duda entonces el corazón de los discípulos; y en Judas se notaba la traición que maquinaba con un rostro propio de un facineroso. Esto da á entender lo bien que sabia Leonardo las diferentes alteraciones que causa en el cuerpo la agitación del ánimo, que es lo mas delicado y dificultoso del arte, y por consiguiente lo menos practicado. Era esta obra digna de permanecer para siempre; pero estando pintada al óleo en una pared húmeda, duró muy poco; de modo que hoy se halla casi del todo destruida. Cuando Francisco I fue á Milán, quiso que se buscaran todos los medios posibles para llevarla á Francia, y enriquecer con ella aquel Reino; pero como la pared en que estaba era muy gruesa, y tenia de alto y de ancho treinta pies, salieron inútiles todas las tentativas. Es verosímil que este Monarca mandase sacar alguna copia, y tal vez será la que hoy se ve en la parroquial de San German, clavada en la pared á mano izquierda, conforme se entra en la Iglesia por la puerta del mediodía. En el mismo refectorio