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206 — Tratado de la Pintura

en la cóncava, en donde, si no hay mas que una luz, quedará de una parte bastante oscura, y de la otra mas clara. Y aun manteniéndose con el primer intervalo, y firme la primera posición del rayo céntrico, con tal que la superficie se halle con luz diferente, se verá como todas aquellas primeras partes que con la luz estaban aclaradas, quedan oscuras con la mutación de ella, y las oscuras aclaradas. Ademas: si hay muchas luces alrededor, habrá diversas claridades y oscuridades en una superficie de este modo, que variarán según la cantidad y fuerza de las mismas luces. Esto lo demuestra la experiencia.

Aqui me parece debido decir algo acerca de las luces y colores. Que los colores se varian mediante las luces, es evidente; pues ninguno se representa á nuestra vista en la sombra de la misma manera que cuando dan en él los rayos luminosos: porque la sombra confunde al color, y la luz lo aclara y despeja. Dicen los Filósofos que no se puede ver cosa alguna, si no está bañada de luz y de color, pues entre estos y aquella hay una grande unión para contribuir á la visión; la cual es tan grande, que en faltando la luz, van también oscureciéndose poco á poco los colores hasta que se ocultan; y en volviendo la claridad, vuelven igualmente los colores á nuestra vista por la virtud de aquella. Siendo esto asi, será bien tratar primero de los colores, y luego investigaremos de qué modo se varían estos con la luz. Dejemos aparte las disputas filosóficas sobre cuál es el nacimiento y origen de los colores, pues nada le importa al Pintor saber de qué modo se engendra el color de la mixtion del raro y del denso, ó del cálido y seco, ó del frio y húmedo. No por eso dejo de estimar á los que disputan filosóficamente sobre este punto, afirmando que los colores primitivos son siete; que el blanco y el negro son