ne el entretenimiento, previene con amenazas que, mientras dure la partida de juego que va á emprenderse, ninguno de los concurrentes haga la menor indicacion; y, llamando á Apolo y á Mercurio, les encarga la direccion del bando que mas acomode á cada cual.
Toma Apolo la de los blancos y Mercurio la de los negros, y la suerte concede al primero la salida ó rompimiento de la batalla.
Sigue esta con varias alternativas y aun alboroto del concurso, hasta que al fin termina con la muerte del rey blanco, que llena del mayor sentimiento á Apolo y de gloria y aplausos á Mercurio, que alcanza el premio ofrecido por Júpiter al vencedor.
Por último, manifiesta el autor cómo se comunicó este juego á los mortales, y de dónde tuvo orígen el nombre con que en Italia se le conoce.
Á Apolo y á Mercurio se les dá en el poema frecuentemente los sobrenombres de Delio y Febo al primero, y al segundo de Silenio, Arcade y Atlántida, ó descendiente nieto de Atlante.