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Página:El ajedrez.djvu/118

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allí intenta seguirte, aunque sin via,
con ardor juvenil la musa mia.


III.



Regid, diosas, regid al caminante
que riscos cruza y breñas nunca holladas
con pié inseguro y paso vacilante,
mostrándole las sendas ignoradas;
fuerza es que deis alguna luz brillante
del juego que, en las playas dilatadas,
enseñó de la Italia vuestro acento
de Schachida en insigne monumento.


IV.



Júpiter, de los dioses soberano,
en las playas de Mémnon y Etiopía,
las bodas á honrar fué del Oceáno
al que Himeneo con la tierra unía[1].
Allí todo el Olimpo de antemano
alegremente concurrido habia,
y en las riberas de los anchos mares
resonaban mil plácidos cantares.

  1. Aquí el autor ha padecido un error mitológico; pues, segun Hesiodo, el Océano casó con el cielo, de cuya union nació la tierra. Por consiguiente no pudieron celebrarse las bodas del Océano con la tierra, como dice, ni honrarlas Júpiter con su córte, que existieron muy posteriormente.