La suma importancia de este juego, el ser muy usual entre las personas de clase ó de esmerada educacion, su complicacion misma y el ser uno de los que mas vivamente interesan y mortifican el amor propio, le hacen tan delicado y rígido como ninguno. Estos son los motivos de que hayan de obserarse en él ciertos principios de urbanidad que le pongan á cubierto de la grosería á que otros juegos ocasionan. Las reglas de urbanidad deben ser las siguientes:
El jugador de menos clase ó el de menos edad, debe ceder á su contrario la eleccion de color, teniéndose, aunque injustamente, por preferible el blanco.
A las damas es costumbre ceder el juego negro, dícese que porque contraste con sus manos.
A los cortos de vista tambien, para que perciban mejor el juego contrario.
Para la salida, si no hay ventaja ó convenio, echa suertes el masjóven ó menos caracterizado, toman-