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V
Cuando volví á salir al patio ya era casi
noche, y me encontré al viejo de los chanchos
que había vuelto al entrarse el sol. Estaba
pitando un cigarro negro, sentado en
una cabeza de vaca, á la puerta del galpón,
por la que se veían las llamaradas de una fogata
de leña y un humazo terrible que no
dejaba divisar las paredes.
—¿Tomando el fresco, paisano?—le pregunté, para entrar en conversación.
—Ansina mesmo es, don—me contestó;—demientras se calienta l'agua y medio si asa