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EL CASAMIENTO DE LAUCHA
le pagarán los sesenta pesos... Pero, ¿y cuándo nos podrá casar?
—Cuanne vulite... ¿E qui é á compromesa?
—La qué, dice?
—La mushás...
—¡Ah! ¡Sí! Doña Carolina, la viuda, ¿sabe? la de la pulpería de la Polvadera...
—Va bene, va bene.
Y el cura se quedó un rato callado, como pensando. Después, medio riéndose, se levantó de la silla, se me acercó, y agarrándome la solapa de la chapona, me dijo despacito, como para que nadie lo pudiese oir...
¡Ah! Como me parece que alguno de ustedes no entiende el nápoli, lo voy á hacer hablar en castilla.
—¿Pero usté quiere casarse de veras?... ¿en el libro de la parroquia?—me dijo.
Al principio no le entendí lo que quería decirme y lo miré azorado.