ese modo respecto de su voz? No, señor, la voz de mi amo ha desaperecido y también él; ha sido muerto, hace ocho días, cuando le oímos gritar el nombre de Dios; ¿y quién está aquí en vez de él? ¿y por qué ese ser está aquí? Todo eso pide venganza ante Dios, Sr. Utterson.
—He aquí una extraña relación, Poole, que más bien parece relación salvaje, mi buen hombre—dijo Utterson mordiéndose los dedos.—Supongamos que la cosa fuese tal cual la creéis; supongamos que el Doctor Jekyll haya sido asesinado, ¿por qué se empeñaría el asesino en permanecer aquí? Esa historia no se sostiene por sí misma; la simple razón se niega á creerla.
—Bueno, Sr. Utterson, sois hombre difícil de convencer, pero sin embargo, llegaré á lograrlo—contestó Poole.—Es preciso que sepáis, que durante toda la última semana, él, ó sea quien fuere el que esté en aquel gabinete, gritaba noche y día para tener una especie de droga y no podía lograrla como la deseaba. Mi amo acostum-