prenderá el que escuche vuestras palabras sin darles mucho crédito; pero he ido demasiado lejos al prestar esos servicios inexplicables, para detenerme antes de haber visto el final.
—Bien está—replicó el desconocido.—Lanyón, recordáis vuestros juramentos; lo que va á acontecer se halla colocado bajo el sagrado secreto de nuestra profesión. Y ahora, vos, que desde largo tiempo estáis encadenado á las concepciones más estrechas y más materiales, vos que habéis negado la virtud de la medicina trascendental, vos que habéis hecho burla de vuestros superiores, ¡mirad!
Llevó el vaso á los labios y bebió su contenido de un solo trago. Á esto siguió un grito; bamboleó, tropezó, cogió la mesa para apoyarse, y continuó sus movimientos, con los ojos extraviados é inyectados en sangre, la boca abierta y espumosa; y mientras que yo miraba, se producía un cambio, según mi imaginación; íbase hinchando, su rostro se volvió negro de repen-