pierto, en la idea de la separación de esos dos elementos. "Si—me decía á mí mismo—cada uno de ellos pudiese estar domiciliado en entidades diferentes, la vida se hallaría desembarazada de todo cuanto la hace insoportable; lo injusto seguiría su camino, libre de las aspiraciones y de los remordimientos de la parte gemela, de la parte más virtuosa; y lo justo podría á su vez viajar segura y constantemente por sus elevados senderos, llevando á cabo el bien que le llenaría de satisfacción, y sin verse expuesto á los disgustos y remordimientos que le ocasionarían los actos de la parte extraña y mala. Fué, pues, destino fatal de la humanidad ver unir esos haces opuestos y disparatados, y que en la matriz agonizante de la conciencia, aquellas dos estrellas polares estuviesen luchando continuamente. ¿Cómo, entonces, podrían ser separadas?"
A ese punto había llegado en mis reflexiones cuando, según he dicho ya, una luz inesperada comenzó á brotar sobre este