cíamos esto, nos vimos obligados á defenderlo contra las mujeres, que parecían tan exaltadas como harpías. En mi vida he visto una reunión de caras que demostrasen el odio que aquéllas; y en medio de todos, nuestro hombre, parecía hacer alarde de una presencia de espíritu brutal, sarcástica—como desafiando á todos, aunque en el fondo yo veía que estaba asustado.
—Si lo que deseais—dijo—es sacar dinero á costa de este incidente, me declaro vencido. Todo caballero desea evitar el escándalo—añadió;—decidme la suma que pretendeis.
La fijamos, no sin trabajo, en cien libras esterlinas para la familia de la niña; se comprendía que hubiera querido resistir, pero había en todas nuestras fisonomías algo que debió asustarle, y concluyó por acceder. Después fué preciso obtener el dinero; y ¿adónde creéis que nos llevó? precisamente al mismo lugar en que se halla esa puerta; sacó rápidamente una llave,