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HISTORIA DE LA PUERTA.
Utterson lanzó un profundo suspiro, pero no volvió á hablar; y el joven, reanudando entónces la conversación, añadió:
—Hé aquí para mí una nueva lección y otro motivo para callar. Me avergüenzo de haber tenido la lengua demasiado larga, y convengamos en no volver á tratar ese asunto.
—De todo corazón—respondió el abogado—os doy mi palabra y un apretón de manos, Ricardo.