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El DR. JEKYLL.
ríais á mi espíritu de un gran peso si me lo prometiéseis.
—No puedo asegurar, á pesar de todo, que llegue á quererle—dijo el abogado.
—No es eso lo que os pido—contestó Jekyll, como si defendiese una causa, y apoyando la mano sobre el brazo de Utterson—no os pido más que justicia; os pido que le ayudéis por amor á mí, cuando yo no esté aquí.
Utterson no pudo impedir que se le escapase un profundo suspiro.
—Bien—dijo—lo prometo.