cerróse la puerta para el abogado: "el doctor está encerrado en sus habitaciones—decía Poole—y no recibe á nadie." El quince trató otra vez de entrar, pero obtuvo igual negativa; y como durante los dos meses que acababan de transcurrir, se había acostumbrado á ver á su amigo casi todos los días, aquella vuelta á la soledad influyó en su ánimo. Cinco días después convidó á Guest á comer, y al siguiente se decidió á ir á casa del Doctor Lanyón.
Allí, á lo menos, no se le negó la entrada; pero desde que llegó junto al doctor, quedó sorprendido por el cambio operado en todo su ser. El doctor llevaba escrito en su rostro el signo de la muerte. Aquel hombre de tez sonrosada, se había vuelto pálido; sus carnes estaban caídas; distintamente se le veía más calvo y más viejo; pero no fueron sólo aquellas visibles pruebas de rápida decadencia física lo que llamaron la atención del abogado, sino más bien la mirada y la manera de ser del doctor, testimonio evidente de algún terrible