de la misma naturaleza: hay unos mas ó menos consumidores que otros; y las diferencias se fundan en estotro principio, á saber, que cuanto mas se apartan de su orígen las contribuciones públicas, tanto mas onerosas son. No se ha de medir esta carga por la cantidad de los impuestos, sino por el camino que han de hacer para volver á las manos de donde salieron. Cuando esta circulacion se hace en poco tiempo y está bien establecida, poco importa que se pague poco ó mucho: el pueblo siempre es rico, y la hacienda está siempre en buen estado. Al contrario, aun cuando el pueblo pague muy poco, si este poco no vuelve á sus manos, dando continuamente, bien pronto quedará exhausto, el estado nunca será rico y el pueblo siempre será miserable.
De aqui se sigue que los tributos se van haciendo onerosos á medida que se aumenta la distancia entre el gobierno y el pueblo; asi es, que en una democracia es cuando el pueblo está menos cargado; en una aristocracia, ya lo está mas, y en una monarquía es cuando lleva mayor carga. Luego la monarquía solo conviene á las naciones opulentas, la aristocracia á los estados de una riqueza y de una estension medianas, y la democracia á los estados pequeños y pobres.
En efecto, cuanto mas se reflexiona, mayor diferencia se encuentra en esta parte entre los estados libres y los monárquicos. En los primeros todo se emplea para la comun