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CAPÍTULO X.
Del abuso del gobierno y de su propension á degenerar.

Asi como la voluntad particular obra sin cesar contra la voluntad general, asi tambien el gobierno hace un continuo esfuerzo contra la soberanía. Cuanto mas crece este esfuerzo,

    merosos. El granizo asola uno que otro distrito, pero raras veces es causa de carestia. Los tumultos, las guerras civiles alarman mucho á los gefes; pero no producen los verdaderos males de los pueblos, que pueden aun tener algun alivio, mientras se está disputando quien será su tirano. De su estado permanente es de donde nacen sus prosperidades ó sus calamidades reales: cuando todo gime bajo una coyunda aterradora, todo perece entonces: entonces es cuando los gefes, destruyendo los pueblos á su antojo, ubi solitudinem faciunt, pacem appellant. Cuando las desavenencias de los grandes tenian en agitacion el reino de Francia, y el coadjutor de Paris llevaba un puñal en la faltriquera al ir al parlamento, no impedia esto que el pueblo francés fuese feliz y numeroso, gozando de una comodidad libre y decente. En otro tiempo la Grecia florecia en medio de las mas atroces guerras; la sangre corria á torrentes, y todo el pais estaba muy poblado. Parece, dice Maquiavel, que en medio de las mortandades, de las proscripciones, de las guerras civiles, nuestra república adquiria mas poderio; las virtude de sus ciudadanos, sus costumbres, su independencia, podian mas para consolidarla, de lo que todas sus distensiones para debilitarla. Un poco de agitacion da movimiento á los ánimos, y lo que hace que la especie prospere, no es tanto la paz como la libertad.