con la continua llegada de estos, no tardó esta última en sobrepujar á las otras dos. El remedio que encontró Servio para este peligroso abuso, fué el de mudar la division, y al repartimiento por linages que fué abolido, sustituyó otro sacado de los diferentes parages de la ciudad que cada tribu ocupaba. En vez de tres tribus formó cuatro, cada una de las cuales ocupaba una colina de Roma y tomaba de ella su nombre. Remediando de este modo la desigualdad presente, la supo prevenir tambien para lo venidero; y para que esta division no solamente lo fuese en cuanto á los lugares, si que tambien en cuanto á los hombres, prohibió á los habitantes de un cuartel que pasáran á otro; lo que hizo que no se confundiesen los linajes.
Duplicó asimismo las tres antiguas centurias de caballería, y añadió otras doce, conservando siempre los mismos nombres; medio sencillo y juicioso, por el cual acabó de separar el cuerpo de caballeros del cuerpo del pueblo, sin dar lugar á que este último murmurase.
A estas cuatro tribus urbanas añadió Servio otras quince, llamadas rústicas, porque se compusieron de los habitantes del campo, divididos en otros tantos distritos. Con el tiempo se crearon otras tantas; y estuvo finalmente el pueblo Romano dividido en treinta y cinco tribus, cuyo número duró hasta el fin de la república.
De esta distincion en tribus urbanas y rústicas resultó un efecto digno de ser notado,