es que queda sin efecto uno de los grandes vínculos de la sociedad particular. Aun hay mas; lejos de atraer los corazones de los ciudadanos al estado, los separa de este como de todas las cosas mundanas. No conozco nada mas contrario al espíritu social.
Se nos dice que un pueblo de verdaderos cristianos formaria la mas perfecta sociedad que se pueda imaginar. Solo encuentro en esta suposicion una gran dificultad; y es que una sociedad de verdaderos cristianos ya no seria una sociedad de hombres.
Hasta me atrevo á decir que esta supuesta sociedad no seria, á pesar de toda su perfeccion, ni la mas fuerte, ni la mas duradera: á fuerza de ser perfecta, careceria de enlace; su vicio destructor consistiria en su misma perfeccion.
Todo el mundo cumpliria con su deber; el pueblo estaria sometido á las leyes, los gefes serian justos y moderados, los magistrados íntegros é incorruptibles, los soldados despreciarian la muerte, no habria vanidad ni lujo. Todo esto es muy bueno; sigamos empero adelante.
El cristianismo es una religion del todo espiritual, unicamente ocupada en las cosas del cielo; la patria del cristiano no está en este mundo. Hace este su deber, es verdad; pero lo hace con una profunda indiferencia sobre el buen ó mal éxito de sus cuidados. Mientras que no tenga nada que echarse en cara, poco le importa que todo marche bien ó