Página:El contrato social (1836).djvu/40

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viese ojos, el otro brazos, el otro piés, y nada mas. Se cuenta que los charlatanes del Japon despedazan un niño en presencia de los espectadores, y arrojando despues en el aire todos sus miembros el uno despues del otro, hacen caer el niño vivo y unido enteramente. Como estos son á corta diferencia los juegos de manos de nuestros políticos: despues de haber desmembrado el cuerpo social, unen sus piezas sin que se sepa como, por medio de un prestigio digno de una feria.

Proviene este error de no haberse hecho una nocion exacta de la autoridad soberana, y de haber considerado como partes de esta autoridad lo que solo era una derivacion de ella. Por ejemplo, se han mirado el acto de declarar la guerra y el de hacer la paz como actos de soberanía; lo que no es asi, pues cada uno de estos actos no es una ley, sino una aplicacion de ella; es un acto partícular que aplica el caso de la ley, como se verá claramente cuando se fije la idea anecsa á esta palabra.

Siguiendo de la misma manera las demas divisiones, hallaríamos que se engaña quien crea ver dividida la soberanía; que los derechos que considera ser partes de esta soberanía le están del todo subordinados, y que son solamente ejecutores de voluntades supremas, que por necesidad han de existir con anterioridad á ellos.

No es fácil decir cuanta oscuridad esta falta de exactitud ha producido en las decisio-