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disgusta, y cuando pienso que tendrá que ser mi mujer...

Iarko puso a un lado su pipa apagada, escupić enérgicamente y dijo:

—Sí, la situación no es brillante. Es muy difícil encontrar una solución en este caso; pero tengo una idea..., y a fe mía, no es muy mala... Voy a darle un consejo que usted me agradecerá, de seguro. Hasta creo que, en recompensa, me va a dar usted las botas que Opanas le dejó en prenda...

—Si tu idea es verdaderamente buena, puedes contar con ellas. ¡Tendrás las botas! Siempre que la idea sea buena...

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¡Era diabólicamente ingeniosa la idea de aquel canalla de soldado retirado! Si se realizaba, el molinero se convertiría. al cabo del tiempo, en más diablo que todos los diablos del infierno.

—Oigame usted bien—continuó Iarko—. Son ustedes tres, ¿no es eso? Un hombre y dos muchachas. La desgracia es que usted no se puede casar con las dos a la vez, porque usted no es turco.

—Eso es verdad, desgraciadamente, suspiró el molinero.

—Pues bien, puesto que usted es rico y Motria también es rica, el problema es muy sencillo:

haga usted una proposición a Motria.

—Eso lo sabía, sin que me lo dijeras. La cuestión no es esa; ¿qué hago con la otra, con Galia? Eso es lo importante del problema.