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por barba, dijeron a los tales ministros, quitándoselas de las manos de cuajo:

—Sígannos vuesas mercedes'si se atreven a alcanzarnos.

Y levantándose por el aire, parecieron cohetes voladores, y los dichos alguaciles, capados de varas, pedían a los gorriones: "Favor a la justicia!, quedándose suspensos y atribuyendo la agilidad de los nuevos volatines a sueño, haciendo tan alta punta (1) los dos halcones, salvando a Guadalcázar, del ilustre Marqués de este título, del claro apellido de los Córdovas, que dieron sobre el rollo de Ecija, diciéndole el Cojuelo a don Cleofás:

—Mira qué gentil árbol berroqueño, que suele llevar hombres, como otros fruta.

—¿Qué coluna tan grande es ésta?—le pregunto don Cleofás.

—El celebrado rollo del mundo—le respondió el Cojuelo.

—Luego esta ciudad es Ecija?—le repitió don Cleofás.

—Esta es Ecija, la más fértil población de Andalucía—dijo el Diablillo—, que tiene aquel sol por armas a la entrada de esa hermosa puente, cuyos ojos rasgados lloran a Genil, caudaloso río que tiene su solar en Sierra Nevada, y después, haciendo con el Darro maridaje de cristal, viene a calzar de plata estos hermosos edificios y tanto (1) Subida.