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Página:El gallo de Sócrates (Colección de Cuentos).djvu/69

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V


UN VOTO



El drama se hundía. Ya era indudable. Los amigos que rodeaban á Pablo Leal, el autor, entre bastidores, ya no trataban de animarle, de hacerle tomar los ruídos que venían de la sala por lo que no eran. Ya no se le decía: «Es que algunos quieren aplaudir, y otros imponen silencio.» El engaño era inútil. Callaban los fieles compañeros que le estaban ayudando á subir aquel que á ellos les parecía calvario. El noble Suárez, el ilustre poeta, vence-