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Página:El hombre de la situación.pdf/9

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II.

nastías, los gorros encarnados de las repúblicas, las togas negras del foro los trenes relucientes de la riqueza y los actores van desapareciendo como las sombras fugitivas de una linterna de fantasmagoría. —Pulvis et umbra sumus decia Horacio.

Pero de todos estos grandes y pequeños actores quedan á veces en las galerías los retratos de su personal físico; pero de sus costumbres, de su parte moral, de su vanidad, de su miseria, no hay quien hable. Apenas esas páginas aduladoras y apasionadas que les llaman históricas, nos dan idea de las fisonomías de los hombres y de los siglos que van pasando y cambiando como cambian y pasan la mayor parte de los séres y aun de las cosas materiales de esta vida.

Si al paso corto por el sendero del mundo, se puede dejar un bosquejo, una caricatura siquiera de los reyes de grandes narices, de los políticos de obtuso cerebro de los encorvados y humildes caritativos que han encerrado buenas economías en sus cofres, de las notabilidades literarias que han robado à la Fama su gran trompeta y sus tendidas alas, si se logra hacer menos malos con un pintárrajo á los demás cómicos que arrebatan de grado ó por fuerza sus papeles en los dramas sociales, se habrá conseguido al menos.... ¿Qué? nada, absolutamente nada.... El mundo quizá fuera mejor con menos libros, con menos maestros, con menos soldados y con menos gobernantes.... Las generaciones en su rápido tránsito sobre la tierra solo