Página:El hombre mediocre. Sexta edición (1926).pdf/123

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
119
El hombre mediocre

estancándose como velero sorprendido en alta mar por la bonanza. De ellos, solamente de ellos, suelen ocuparse la historia y el arte, interpretándolos como arquetipos de la Humanidad.

El hombre que piensa con su propia cabeza y la sombra que refleja los pensamientos ajenos, parecen pertenecer a mundos distintos. Hombres y sombras: difieren como el cristal y la arcilla..

El cristal tiene una forma preestablecida en su propla composición química; cristaliza en ella o no, según los ca sos; pero nunca tomará otra forma que la propia. Al verlo sabemos lo que es, inconfundiblemente. De igual manera el hombre superior es siempre uno, en sí, aparte de los demás. Si el clima le es propicio conviértese en núcleo de energías sociales, proyectando sobre el medio sus caraclerísticas propias, a la manera del cristal que en una solución saturada provoca nuevas cristalizaciones semejantes a sí mismo, creando formas de su propio sistema geométrico.

La arcilla, en cambio, carece de forma propia y toma la que le imprimen las circunstancias exteriores, los seres que la presionan o las cosas que la rodean; conserva el rastio de todos los surcos y el hoyo de todos los dedos, como la cera, como la masilla; será cúbica, esférica o piramidal, según la modelen. Así los caracteres mediocres: sensibles a las coerciones del medio en que viven, incapaces de servir una fe o una pasión.

Las creencias son el soporte del carácter; el hombre que las posee firmes y elevadas, lo tiene excelente. Las sombras no creen. La personalidad está en perpetua evolución y el carácter individual es su delicado instrumento; hay que templarlo sin descanso en las fuentes de la cultura y del amor. Lo que heredamos implica cierta fatalidad, que la educación corrige y orienta. Los hombres están predestinados a conservar su línea propia entre las presiones coercitivas de la sociedad; las sombras no tienen resistencia, se adaptan a los demás hasta desfigurarse, domesticándose. El carácter se expresa por actividades que constituyen la conducta. Cada ser humano tiene el correspondiente a sus creen-