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José Ingenieros

nismo de la evolución social. En cada ambiente y en cada momento histórico existe un criterio medio que sanciona como buenos ó malos, honestos ó delictuosos, permitidos ó inadmisibles, los actos individuales que son útiles ó nocivos á la vida colectiva. En cada momento histórico ese criterio medio es la subestructura de la moral, variable siempre.

Las morales no nacen de principios abstractos; la pequeñez de nuestro espíritu, frente al espacio y al tiempo infinitos, suele inducirnos en el error de suponer que existen dogmas eternos é inmutables. Sus fórmulas, aplicadas á la calificación de un acto ó de una conducta, son conceptos efímeros establecidos por cada sociedad, que los deforma y subvierte cuando la conveniencia colectiva lo exige. Un acto no es honesto ni delictuoso en sí mismo, sino ante el juicio de la sociedad en que se produce. Por eso, cuando las condiciones de lucha por la vida se transforman, modifícase la apreciación de ciertos actos y varía su interpretación.

Ésa es la única teoría natural del delito, como acto antisocial: los delincuentes son individuos incapaces de adaptar su conducta á la moralidad media de la sociedad en que viven. Son inferiores; tienen el «alma de la especie», pero no adquieren el «alma social». Divergen de la mediocridad, pero en sentido opuesto á los hombres excelentes, cuyas variaciones originales determinan una desaptación evolutiva en el sentido de la perfección.