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El hombre mediocre

que no vuelve jamás. Y á los maduros, cuyas primeras canas salpican de otoño sus más vehementes quimeras, instígalos á custodiar sus ideales bajo el palio de la más severa dignidad, frente á las tentaciones que conspiran para encenagarlos en la Estigia donde se abisman los mediocres.

Y en el gesto del bronce parece que el Idealismo decapitara á la Mediocridad, entregando su cabeza al juicio de los siglos.