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José Ingenieros

el porvenir, lo encarnan en un ideal ó forjan un imperio, á Sócrates y á Cristo, á Aristóteles y á Bacon, á César y á Napoleón? Los aplaude porque tiene una moral, una tabla de valores que aplica para juzgar á cada uno de sus componentes, no ya según las conveniencias particulares, sino según su utilidad social. En cada pueblo y en cada época la medida de lo excelso está en los ideales de perfección que se denominan genio, heroísmo y santidad.

Los mediocres deben ser juzgados por la intérlope función que desempeñan en la sociedad: abiertamente nociva á todo idealismo que importe un esfuerzo hacia cualquier perfección. En el prolegómeno de su ensayo sobre el genio y el talento, Nordau hace el elogio irónico de los mediocres, asignándoles una función moderadora, como si estuvieran destinados á contener el impulso creador de los hombres superiores y las tendencias destructivas de los sujetos antisociales. Para toda mente elevada el «filisteo» es la bestia negra; en esa hostilidad ve una evidente ingratitud. El mediocre es útil; con un poco de benevolencia podría concedérsele esa relativa belleza de las cosas perfectamente adaptadas á su objeto. Es el fondo de perspectiva en el paisaje social. De su exigüidad estética depende todo el relieve adquirido por las figuras que ocupan el primer plano. Los ideales de los hombres superiores permanecerían en estado de quimeras si no fuesen recogidos y realizados por filisteos desprovistos de iniciativas persona