amor padece. Con eſtos yua enſartando otros diſparates, todos al modo de los que ſus libros le auian enſeñado, imitando en quanto podia ſu lenguaje: y con eſto caminaua tan de eſpacio, y el ſol entraua tan aprieſſa, y con tãto ardor, que fuera baſtante a derretirle los ſeſos (ſi algunos tuuiera). Caſi todo aquel dia caminô ſin acontecerle coſa que de contar fueſſe, de lo qual ſe deſeſperaua, porq̃ quiſiera topar luego, luego con quien hazer experiencia del valor de ſu fuerte braço. Autores ay que dizen, que la primera auentura que le auino, fue la del puerto Lapice, otros dizen, que la de los molinos de viento. Pero lo que yo he podido aueriguar en eſte caſo, y lo que he hallado eſcrito en los Anales de la mancha, es, que el anduuo todo aquel dia, y al anochezer, ſu rozin, y el ſe hallarõ cãſados, y muertos de hambre: y que mirando a todas partes, por ver ſi deſcubriria algun caſtillo, ò alguna majada de paſres donde recogerſe, y adonde pudieſſe remediar ſu mucha neceſsidad: vio no lexos del camino por donde yua, vna vẽta, que fue como ſi viera vna eſtrella, que a los portales, ſino a los alcaçares de ſu redencion, le encaminaua. Dioſe prieſſa â caminar, y llegò a ella á tiempo que anochecia. Eſtauan a caſo a la puerta dos mugeres moças, deſtas que llaman del partido, las quales yuan a Seuilla con vnos harrieros, que en la venta aquella noche acertaron á hazer jornada: y como a nueſtro auenturero, todo quanto penſaua, veia, ò imaginaua, le parecia ſer hecho, y paſſar al modo de lo que auia leydo, luego que vio la venta, ſe le repreſentô que era vn caſtillo con ſus quatro torres, y chapiteles de luziente plata, ſin faltarle ſu puente leuadiza, y honda caua, con todos aquellos aderentes que ſemejantes caſtillos ſe pintan. Fueſſe llegando a la venta (que a el le parecia caſtillo), y a poco trecho della, detuuo las riẽdas a Rozinante, eſperando que algun enano ſe puſieſſe entre las almenas, a dar ſeñal con alguna trompeta, de que
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