vſança de los de vueſtra ralea, aqui os aguardo, y eſpero, confiado en la razon que de mi parte tengo. Señor cauallero, replicò el mercader, ſuplico a vueſtra merced, en nombre de todos eſtos Principes, q̃ aqui eſtamos, que porque no encarguemos nueſtras conciencias, confeſſando vna coſa por noſotros jamas viſta, ni oyda, y mas ſiendo tan en perjuyzio de las Emperatrizes, y Reynas del Alcarria, y Eſtremadura, que vueſtra merced ſea ſeruido de moſtrarnos algun retrato de eſſa ſeñora, aunque ſea tamaño como vn grano de trigo, que por el hilo ſe ſacarà el ouillo, y quedaremos con eſto ſatisfechos, y ſeguros, y vueſtra merced quedarà contento, y pagado: y aun creo q̃ eſtamos ya tan de ſu parte, que aunq̃ ſu retrato nos mueſtre, que es tuerta de vn ojo, y que del otro le mana bermellon, y piedra açufre, con todo eſſo por complazer a vueſtra merced, diremos en ſu fauor todo lo que quiſiere. No le mana, canalla infame, reſpondio don Quixote encendido en colera, no le mana digo eſſo que dezis, ſino ambar, y algalia entre algodones: y no es tuerta, ni corcobada, ſino mas derecha que vn huſo de Guadarrama: pero voſotros pagareys la grande blasfemia que aueys dicho cõtra tamaña beldad como es la de mi ſeñora. Y en diziendo eſto, arremetio con la lança baxa, contra el que lo auia dicho, con tanta furia, y enojo, que ſi la buena ſuerte no hiziera, que en la mitad del camino tropeçara, y cayera Rozinante, lo paſſara mal el atreuido mercader. Cayó Rozinante, y fue rodando ſu amo vna buena pieça por el campo, y queriendoſe leuantar, jamas pudo: tal embaraço le cauſauan la lança, adarga, eſpuelas, y zelada, con el peſo de las antiguas armas. Y entretanto que pugnaua por leuantarſe, y no podia, eſtaua diziendo: Non fuyays gente cobarde, gente cautiua atended, que no por culpa mia, ſino de mi cauallo, eſtoy aqui tendido. Vn moço de mulas de los que alli venian, que no deuia de ſer muy bien
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