trar con ellos en fiera, y deſigual batalla. Y diziendo eſto, dio de eſpuelas a ſu cauallo Rozinante, ſin atender a las vozes que ſu eſcudero Sancho le daua, aduirtiendole que ſin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que yua acometer. Pero el yua tan pueſto en que eran gigantes, que no oîa las vozes de ſu eſcudero Sancho, ni echaua de ver, aunque eſtaua ya bien cerca, lo que eran, antes yua diziendo en vozes altas: Non fuyades couardes y viles criaturas, que vn ſolo cauallero es el que os acomete. Leuantoſe en eſto vn poco de viento, y las grandes aſpas començaron á mouerſe, lo qual viſto por don Quixote, dixo: Pues aunque mouays mas braços que los del gigante Briareo, me lo aueys de pagar. Y en diziendo eſto, y encomendandoſe de todo coraçon â ſu ſeñora Dulcinea, pidiendole que en tal trance le ſocorrieſſe, bien cubierto de ſu rodela, con la lança en el riſtre, arremetio à todo el galope de Rozinante, y enuiſtio con el primero molino que eſtaua delante, y dandole vna lançada en el aſpa, la boluio el viento con tanta furia, que hizo la lança pedaços, lleuandoſe tras ſi al cauallo, y al cauallero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudio Sancho Pança â ſocorrerle, à todo el correr de ſu aſno, y quando llegò, hallò que no ſe podia menear: tal fue el golpe que dio con el Rozinante. Valame Dios, dixo Sancho, no le dixe yo â vueſtra merced, que miraſſe bien lo que hazia, que no eran ſino molinos de viento, y no lo podia ignorar, ſino quien lleuaſſe otros tales en la cabeça. Calla amigo Sancho, reſpondio don Quixote, que las coſas de la guerra mas que otras eſtas ſujetas à continua mudança: quanto mas que yo pienſo, y es aſsi verdad, que aquel ſabio Freſton que me robô el apoſento, y los libros, ha buelto eſtos gigantes en molinos, por quitarme la gloria de ſu vencimiento,
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