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lamanca, y los tales no pueden mentir si no es cuando se les antoja ó les viene muy á cuento:

así que, no hay para qué nadie se tome conmigo ; y pues que tengo buena fama, y según of decir á mi señor, que más vale el buen nombre que las muchas riquezas, encájenme ese gobierno, y verán maravillas; que quien ha sido buen escudero será buen gobernador.

—Todo cuanto aquí ha dicho el buen Sancho, dijo la duquesa, son sentencias catonianas, ó por lo menos sacadas de las mesmas entrañas del mismo Micael Verino, «florentibus occidit annis». En fin, en fin, hablando á su modo, debajo de mala capa suele haber buen bebedor.

En verdad, señora, respondió Sancho, que en mi vida he bebido de malicia; con sed bien podría ser, porque no tengo nada de hipócrita; bebo cuando tengo gana, y cuando no la tengo, y cuando me lo dan, por no parecer ó melindroso ó mal criado, que á un brindis de un amigo, ¿qué corazón ha de haber tan de mármol que no haga la razón? Pero aunque las calzo no las ensucio :

cuanto más que los escuderos de los caballeros andantes casi de ordinario beben agua, porque siempre andan por florestas, selvas y prados, montañas y riscos, sin hallar una misericordia de vino si dan por ella un ojo.

—Yo lo creo así, respondió la duquesa; y por ahora váyase Sancho á reposar, que después hablaremos más largo, y daremos orden como vaya presto á encajarse, como él dice, aquel gobierno.

De nuevo le besó las manos Sancho á la duquesa, y le suplicó le hiciese merced de que se tuvieDON QUIJOTE .—7 TOMO III

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