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»partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo »deseo de hacer dineros, porque me han dicho »que todos los gobernadores nuevos van con este »mesmo deseo; tomaréle el pulso, y avisaréte si »has de venir á estar conmigo ó no. El rucio está »bueno, y se te encomienda mucho, y no le pienso »dejar aunque me llevaran á ser gran turco. La »duquesa mi señora te besa mil veces las manos ; »vuélvele el retorno con dos mil, que no hay cosa »que menos cueste ni valga más barato, según dice »mi amo, que los buenos comedimientos. No ha »sido Dios servido de depararme otra maleta con »otros cien escudos, como la de marras; pero no »te dé pena, Teresa mía, que en salvo está el que »repica, y todo saldrá en la colada del gobierno, »sino que me ha dado gran pena que me dicen »que si una vez le pruebo, que me tengo de comer »>las manos tras él, y si así fuese no me costaría »muy barato, aunque los estropeados y mancos »ya se tienen su calonjía en la limosna que piden:

»así que, por una vía ó por otra tú has de ser rica »y de buena ventura. Dios te la dé como puede, »>y á mí guarde para servirte. Deste castillo, á 20 »de julio de 1614.

»Tu marido el gobernador, »SANCHO PANZA .» En acabando la duquesa de leer la carta, dijo é Sancho:

—En dos cosas anda un poco descaminado el buen gobernador; la una en decir ó dar á entender que este gobierno se le han dado por los azotés que se ha de dar, sabiendo él, que no lo puede negar, que cuando el duque mi señor se lo prometió no se