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más de aquí adelante, y pensaré que sé alguna cosa, pues tengo alguna gracia, que puesto que pensara que rebuznara bien, nunca entendí que llegaba al estremo que decís. También diré yo ahora, respondió el segundo, que hay raras habilidades perdidas en el mundo, y que son mal empleadas en aquellos que no saben aprovecharse dellas. Las nuestras, respondió el dueño, si no es en casos semejantes como el que traemos entre manos, no nos pueden servir en otros, y aun en éste plega á Dios que nos sean de provecho. Esto dicho, se tornaron á dividir y á volver á sus rebuznos, y á cada paso se engañaban y volvían á juntarse, hasta que se dieron por contraseña, que para entender que eran ellos y no el asno, rebuznasen dos veces una tras otra. Con esto doblando á cada paso los rebuznos, rodearon todo el monte sin que el perdido jumento respondiese ni aun por señas. Mas, ¿cómo había de responder el pobre y mal logrado, si le hallaron en lo más escondido del bosque comido de lobos? Y en viéndole dijo su dueño: Ya me maravillaba yo de que él no respondía, pues á no estar muerto, él rebuznara si nos oyera, ó no fuera asno; pero á trueco de haberos oído rebuznar con tanta gracia, compadre, doy por bien empleado el trabajo que he tenido en buscarle, aunque le he hallado muerto.

En buena mano está, compadre, respondió el otro, pues si bien canta el abad, no le va en zaga el monacillo. Con esto desconsolados y roncos se volvieron á su aldea, adonde contaron á sus amigos, vecinos y conocidos cuanto les había acontecido en la busca del asno, exagerando el uno la gracia del otro en el rebuznar; todo lo cual se supo y se extendió por los lugares circunveci-