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aquellos que yo entienda que son ignorantes; que á los médicos sabios, prudentes y discretos los pondré sobre mi cabeza y los honraré como á personas divinas y vuelvo á decir que se me vaya Pedro Recio de aquí; sino, tomaré esta silla donde estoy sentado, y se la estrellaré en la cabeza; y pídanmelo en residencia que yo me descargaré con decir que hice servicio á Dios en matar á un mal médico, verdugo de la república; y denme de comer, ó si no, tómense su gobierno, que oficio que no da de comer á su dueño, no vale dos habas.

Alborotóse el doctor viendo tan colérico al gobernador, y quiso hacer Tirteafuera de la sala, sino que en aquel instante sonó una corneta de posta en la calle, y asomándose el maestresala á la ventana, volvió diciendo: Correo viene del duque mi señor; algún despacho debe traer de importancia. Entró el correo sudando y asustado, y sacando un pliego del seno le puso en las manos del gobernador, y Sancho le puso en las del mayordomo, á quien mandó leyese el sobrescrito que decía así: «A don Sancho Panza, gobernador de la insula Barataria, en su propia mano, ó en las de su secretario»>.

Oyendo lo cual Sancho, dijo:

—Quién es aquí mi secretario? y uno de los que presentes estaban respondió:

—Yo, señor, porque sé leer y escribir y soy vizcaíno.

—Con esa añadidura, dijo Sancho, bien podéis ser secretario del mismo emperador: abrid ese pliego, y mirad lo que dice:

Hízolo así el recién nacido secretario, y habiendo leído lo que decía, dijo que era negocio para tratarle á solas. Mandó Sancho despejar la sala, y que no quedasen en ella sino el mayordomo y el